La sociedad tal y como la conocíamos
Han pasado varios meses desde que la pandemia del coronavirus se expandió alrededor del globo. Son más de 1.200.000 los infectados y más de 70.000 fallecidos y aumentando por miles a diario por este preocupante virus, que por el momento, es desconocido e impredecible, y mantiene en vilo a la comunidad científica la cual se está dando prisa por hallar una vacuna.
La Federación Europea de la Industria Farmacéutica Innovadora (Efpia) ha hecho constar públicamente, que a día de hoy, hay trece laboratorios en Europa, que tratan de desarrollar una vacuna y tratamientos eficaces para hacer frente al covid-19.
Pero este es un procedimiento lento, puesto que hay que seguir la metodología científica y no nos podemos precipitar a sacar una vacuna que no cumple los estandares de procedimientos habituales para sacarla al mercado para uso humano.
Hay que desarrollar varias fases y someter la vacuna a rigurosas pruebas antes de su uso y esto suele conllevar años, o mínimo 18 meses, para valorar todos los posibles efectos adversos que pueda generar a la salud y minimizar todos los riesgos. Aunque parece que este proceso se va a acelerar, y en Abril se van a hacer los primeros ensayos clínicos en países como China con animales, según informa la Agencia EFE, y se estima que para inicios de 2021 ya haya una vacuna oficial para el coronavirus.
Mientras tanto
Los confinamientos siguen a la orden del día, más de 1.500 millones de personas de todo el mundo se encuentran confinadas y la previsión de levantar este confinamiento no se vislumbra a corto plazo. Cada vez las medidas de prevención y seguridad son más estrictas, las multas y penas por no cumplir estas nuevas leyes son más severas.
Esta situación de excepción, de alarma social, está generando en las personas y países afectados un nuevo paradigma en sus vidas, en nuestras vidas. Estamos empezando a normalizar esta situación y como seres humanos que somos, una de nuestras virtudes es nuestra rápida adaptación al medio que nos rodea, a circunstancias y factores cambiantes. Pero eso no quiere decir que sea algo positivo para la psique de la humanidad, todo depende del enfoque que se le dé a esta situación.
Sin duda, esta frenada en seco del planeta, está afectando a nivel sobretodo mental a muchas personas. Durante estas semanas se están dando casos generalizados de alteraciones y trastornos mentales como son la ansiedad y la depresión.
Hemos pasado de vivir una vida “completamente” libre, dónde podíamos gozar de todo lo que nos ha brindado y hemos estado acostumbrados a recibir del estado del bienestar, a estar encerrados las 24 horas en casa, salvo para trabajar si es necesario y para cuestiones urgentes y de primera necesidad.
Hasta hace poco podíamos disfrutar de una película en el cine, de una cena en un restaurante, de unas cervezas con amigos en la terraza de un bar, de reuniones familiares en casa de uno o de otro, incluso de cosas tan sencillas y simples como dar un paseo por la montaña, por la playa o simplemente estar sentados en un banco contemplando el curso constante de la vida a nuestro alrededor. Un largo etcétera de actividades y funciones que ahora mismo sólo permanecen en el recuerdo y anhelamos volver a tener lo antes posible.
Este cambio tan drástico, sumado al dramatismo que conlleva todas las repercusiones de este coronavirus, toda la gente que lo está sufriendo y desgraciadamente toda la gente que ha expirado de este mundo a causa de él, hace que el auge de trastornos mentales sea algo evidente y que afecte cada vez más a la humanidad. Añadiendo también la incertidumbre de no saber cuánto durará esta situación y qué repercusiones económicas y sociales tendrá.
Posible escenario
Planteado lo anterior, se nos abre un escenario complicado y jamás imaginado antes de que se estableciera el coronavirus como pandemia a nivel mundial. Probablemente, aunque la cuarentena se dé por finalizada, vamos a estar mucho tiempo con medidas preventivas de seguridad, aunque se controle este virus.
Habrá más controles de la población, localizaciones vía GPS para tener a los ciudadanos controlados en todo momento, aprovechando así también para coartar nuestros derechos y libertades con este pretexto e implantarlo a nivel institucional sin que podamos hacer nada a cambio, puesto que una sociedad que incrementa su población a un ritmo tan acelerado, requiere un mayor control por parte de los organismos gubernamentales.
Los espacios de ocio y de gran concentración de masas, por unos cuantos meses si no años, pasarán a mejor vida. Ver estadios de futbol llenos a reventar, conciertos o festivales de música, ferias culturales, grandes centros comerciales, cines, etc. será cosa de ficción y sólo lo podremos ver en películas y series, no como estábamos acostumbrados hasta ahora. No quiere decir que dejemos de disfrutar de entretenimientos sociales, pero sí que estos serán más restrictivos a la hora de permitir grandes afluencias de personas en masa, como hemos vivido hasta ahora.
Los aforos máximos serán mucho más restrictivos y no sería de extrañar “toques de queda” o nuevos estados de alarma temporales durante ciertos periodos de tiempo, por posibles picos de este virus o mutaciones de una nueva cepa.
Con el avance de las tecnologías, este control masivo será mucho más eficiente y efectivo, habrá drones por las calles como ya los hay ahora controlando el movimiento de personas, más cámaras de seguridad pública conectadas a la red y receptando información en vivo en todo momento, que identificarán a todo ser humano que transite las calles de cualquier pueblo y ciudad.
Todo esto puede conllevar una paranoia social, un estado generalizado de desconfianza y separación entre seres humanos, con interacciones limitadas a redes sociales y cada vez menos contacto físico humano, por lo que llevará a cierta deshumanización, a perder, si cabe más, la empatía entre nosotros, como ya ocurre desde hace tiempo en redes sociales. Dónde podemos ver acosos virtuales, completos abusos por la comodidad y seguridad de estar tras un dispositivo electrónico aunque no sea en total anonimato y la falta de conciencia y pérdida de valores entre nosotros y el mundo que nos rodea. Este aspecto, como he mencionado, se puede extrapolar a la vida “real” fuera del entorno virtual, tal y como la conocemos.
Parece que esté describiendo la sinopsis de una película de ciencia ficción semi-apocalíptica y futurista, pero ya dicen que la realidad supera la ficción. Y desgraciadamente, aún no hemos alcanzado este escenario y esto que expongo es una dramatización en cierto modo. Pero, no obstante el mundo en el que vivimos, la sociedad que conformamos, está decantándose por estos derroteros irremediablemente.
Como siempre, nuestro destino está en nuestras manos, y en gran parte depende de nosotros que finalmente todo termine desarrollándose así. O por lo contrario, que esta situación nos haga despertar y darnos cuenta, que podemos terminar como en una película de terror. Pero si así es, todo habrá sido por una consecución sistemática de nuestras acciones inconscientes. Todo ocurre por algo. Ya es hora de tomar acción.